¡PARA LIDIA, CON TODA LA ENERGÍA QUE DESPLEGÓ U2 EN SU CONCIERTO DE AGOSTO DE 2005!

No soporto las aglomeraciones.
No me gusta este tipo de conciertos.
Yo no quiero ir… pero las circunstancias me convierten en acompañante solidaria.
“Ya verás cómo te gusta, mujer”, me dice una amiga, en tono optimista...

Cuando entramos en el estadio, casi me da algo: ¡aquello es increíble! Miles y miles de puntitos de colores se mueven nerviosos por todas partes, a la espera de la actuación del siglo.

Pero aún falta una hora para el gran momento, hora amenizada por otro grupo: el pianista aporrea el instrumento en pleno arrebato rabioso, al tiempo que da unas encolerizadas patadas al suelo. Alguien debería darle un poco de agua, porque a este ritmo y con el calor que hace, el hombre se nos deshidrata. El cantante, un tipo alto y desgarbado con la cara muy redonda, tiene aspecto de cualquier cosa menos de cantante. Sudoroso, muy sudoroso. Claro, ¿a quién se le ocurre ponerse manga larga con el bochorno que hace? Pero el grupo, o la banda, o como se diga ahora, sigue con su trabajo, y hasta consigue que el público se anime y coree alguna de las canciones más conocidas. Finalmente, se despiden muy agradecidos, amenazando con un “hasta pronto”. En el lugar del pianista sólo queda un enorme charco. No, es broma. Todos sobreviven al calor infernal.
Ahora sí. Empieza la cuenta atrás. Me fijo con más detenimiento en el tipo de público entusiasta que me rodea. Todos rondan los treinta. El que más me llama la atención es un rapado regordete con un vaso de cerveza en una mano, un móvil en la otra, y un par de amiguetes a cada lado. No para de beber y de enviar mensajes. Me imagino su historia: es el típico amigo simpaticote y marchoso pero un poco plomo, el que bebe para ser más gracioso, pero no más guapo, siempre agarrado a un vaso amigo, porque no encuentra una cintura femenina que se acople a su mano.
Bueno, por fin los artistas salen al escenario. Alguien detrás de mí ha tenido el genial antojo de comerse un bocadillo con cebolla; su aliento aprovecha un chillido para escaparse y estamparse en mi sensible nariz. Miro hacia abajo con el estómago revuelto y veo al cantante, muy pequeñito, perdido en el monumental escenario. Aplausos, aullidos, locura generalizada. El estadio parece a punto de hundirse de entusiasmo.
Yo me quiero ir.


Observando un poco el desarrollo del espectáculo y la reacción del público, empiezo a pensar que estoy presenciando una especie de ritual, de ceremonia, de misa, con todos los fans en trance y cantando al unísono.
¿A quién le cantan?
Al unísono, he dicho.
Mientras el cantante sigue cantando, el grupo actuando y la gente rugiendo, yo me voy mareando. Me imagino que todo es psicológico, pero noto como si me faltara el aire, y el poco que me llega huele a cebolla. Me siento, aun a riesgo de perderme parte de la diversión. Me da por mirar hacia adelante, y descubro una imagen fascinante que me recuerda a otra no menos hipnótica: en los accesos de entrada a las gradas de enfrente, se recortan a contraluz las negras figuras de gente que entra o sale. Ostras, se parece tanto a aquellas misteriosas siluetas del edifico “Windsor”... Mientras toda la gente que me rodea sigue cantando enfervorizada, mis pensamientos vuelan hasta el rascacielos en llamas. Si los fans del grupo lo llegan a saber, me apalean.
Cuando ya creía que lo había visto todo, sucede algo inaudito: al bajar otra vez la vista al escenario, observo atónita que el cantante se acerca a un público que cree morir de éxtasis. Elige a una chica, la invita a subir al escenario… y la abraza. Es un abrazo largo, profundo, eterno, místico. La chica acaba de ser bautizada con el sudor del artista en esta ceremonia ritual. No dormirá en toda la noche. No se cambiará de ropa en lo que le queda de vida.
Con el final del concierto, llega el enloquecimiento generalizado... y mi liberación. Se acabó la ceremonia. Podemos ir en paz.

10 comentarios:

Lidia dijo...

Te agradezco infiniiiiitamente este chute de energía que tanto me hace falta.
Muchos besos, bella :)

Anónimo dijo...

FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA,FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA,FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA,FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA,FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA,FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA,FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA,FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA, FORZA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! ;-D

Anónimo dijo...

Querida Mercedes
Hummmmm, ¿quiere esto decir que no me acompañarías a un concierto el 18 de mayo? En fin, deduzco que no, jeje.

Besos

Anónimo dijo...

Dime que es John Williams el del concierto!
;-D

(aunque me da que no...)

Bueno, ahora no me dejes en ascuas! El concierto de quién?????

Anónimo dijo...

Anda, por lo que veo no te gustan mucho los conciertos, no?
entonces ya no te aviso cuando hagamos el próximo de guitarra, porque será tan multitudinario como el de U2 (o mucho más) :-p

Anónimo dijo...

Iré encantada, siempre y cuando me saques al escenario y me abraces,como hizo el Bono con aquella, ja,ja, ja, ja!!!!!

Anónimo dijo...

Hummmm... a lo mejor lo hago, y además sin sudar y todo, y no como él, jua jua

Anónimo dijo...

Ay Merce, que hermética eres! A estos sitios uno se tiene que liar la manta a la cabeza y dejarse llevar por la histe... emoción colectiva. Yo estuve en el concierto del primer OT y estaba entusiasmado con mi Rosa y con la Fergó y la Cheno!!!
También estuve hace años en el Palau St Jordi en un concierto de Eros, acompañando a mi sobrina quinceañera; yo parecía el monitor de un casal, pero en fin. (Me pareció bastante soso, claro que no staba tan guapo como ahora.)

Anónimo dijo...

Por cierto, ¿soy yo el único a quien le cae gordo el Bono ese???

Anónimo dijo...

Desde que tuve la desgracia de ir al concierto, al estúpido de Bono le llamo "el padre Bono". De verdad, parecía un cura! Eso sí, un cura creído, dictador, chulillo,...Ha quedado claro? Me cae como una patada en.. bueno, "allí".

Donde esté el encanto espontáneo y natural de Rozadezpaña, que se quite la parafernalia del padre Bono! (jó, es que la Rozadezpaña tampoco es que me haga mucha gracia, ejem...)

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