Doña Nieves estaba lanzando migas de pan a los pajaritos del parque, cuando a su lado se sentó un señor de edad avanzada que empezó a murmurar en voz baja. Al principio, doña Nieves no entendía nada, hasta que prestó más atención y oyó entonces lo siguiente:
-Vaya por Dios, ya ha llegado de nuevo el otoño. Estación triste que conlleva la caída de la hoja, del cabello, la vuelta al trabajo tras las vacaciones y las lluvias torrenciales alternando sol y calor. Hay quien piensa que existe una similitud entre el clima de esta estación y el ánimo de la gente, que se comporta de forma peculiar al tener que adaptarse a los bruscos cambios de tiempo, así como al horario impuesto por el trabajo. Después de unas merecidas vacaciones sudando en la playa junto a un buen puñado de ociosos estivales, el retorno al hogar y a las obligaciones laborales se hace aún más duro. También influye el pensar que se acabaron las vacaciones hasta el año siguiente y que para colmo de males, tras el otoño viene el invierno, con los consabidos resfriados. No suele resultar muy alentadora tampoco la llegada de las fiestas navideñas, aunque en casos de verdadera desesperación a mediados de trimestre es una manera de mantenerse vivo. Pero en realidad se trata sólo de un espejismo: el turrón, las visitas familiares, los obligados regalos… todo es un engorro. Queda demostrado por lo tanto que el otoño no es la estación idónea para derrochar optimismo; romanticismo tal vez, por aquello de las hojas caídas, los tonos dorados de la naturaleza, la pereza del sol, la lluvia sobre las calles, la pesada danza de las moscas rebeldes que, aunque atontadas, se niegan a desaparecer, la brisa que ya nos trae olores fríos…En fin, así es el otoño, y ya lo tenemos otra vez con nosotros…
Doña Nieves echó un vistazo a su alrededor: los brotes imparables de los árboles, las alegres margaritas diseminadas sobre un césped de un verde insolente, el aire cálido y fragante, todo eran indicios de una primavera recién nacida, llena de exultante vida. La anciana observó al hombre, que le devolvió la mirada e inspiró con vehemencia, como satisfecho de su discurso.
En ese momento y sin decir nada, doña Nieves recogió su bolsita de migas de pan y abandonó el banco a toda prisa, mientras miles de pajaritos canturreaban a su alrededor, en un trino que sonaba un poco a risa burlona.
27 comentarios:
Oooooooooh!! Qué bonito amiga!!! Me ha encantado, de verdad. Qué buen modo de comenzar la jornada... De todos modos, no me hubiese importado que fuera Otoño, porque me encanta. Besos y mordiscos.
Hermoso Mercedes, poesía pura! Hermoso, de verdad, cada palabra.
Salu2 y un abrazo.
Pd" Ademas ambos andamos en la misma sintonia por lo que veo, las aves, las aves...
¡Vamos que el buen hombre estaba para encerrarlo!... O puede que se estuviera "quedando" con ella, en cualquiera de los casos hizo muy bien Dña. Nieves en poner tierra por medio... Claro que ahora que lo pienso, pudiera ser que eso fuera lo que el hombre buscaba...¡Un banco para el solito!
Besitos volados primaverales.
¡Eh! ¿Quien os ha dicho que no hay pajarillos cantantes y juguetones en otoño? jajajaja ¡que vale el discurso!, con lo bien que le ha salido a mi abuelito jajajajaja
Miguitas de colores otoñales para ti, y migas a la castellana ¡para mi! jejeje
Un abrazo preciosa
Ro
Pues chico, con el tiempo tan variable que está haciendo debes de estar encantado, porque la sensación es de que ha llegado el otoño, y no la primavera, jee, jee...
Un gran beso!
¿...Será sintonía vitual? ¿Será telepatía? En cualquier caso, pasaré pronto a leer tus aves antes de que emprendan el vuelo...
Un abrazo volador!
Ja, ja,ja, ja! Me acabo de acordar que una vez se sentó un anciano en un banco donde estábamos una amiga y yo contándonos nuestras historias. El buen hombre estaba encantado, escuchando lo que no tenía que escuchar, hasta que me harté y empecé a hablar de política, en voz muy alta y muy alterada. A los pocos minutos, el anciano se levantó y se fue, jajajaja!
Besitos primaverotoñales!
Te agradezco un montón esas miguitas de colores otoñales, pero...¿ma darías también migas de las otras? Ja, ja, ja, ja, es que me encantan!
Un súper abrazo! Mua!
¡¡Geeeniaaal!! ¡¡Fantásticooooo!! ¡¡Magistral!! Plas plas plas plas...
Viva el inviernooooooo.
Cucucu... juajuajua.
¿Y si yo fuera ése....?
Buena noche, doña primavera.
el tiempo está loco!
o serán realidades paralelas?por ejemplo,Doña Nieves está en España, y el señor hablante en Argentina...
y porqué "Nieves"? no es primavera por allá?
Me confundís Mecha!
jajajaja! genial, como siempre!
mil besos*
!Pues es muy tierno el relato Mercedes!, muy pero que muy bonito, sutil, sereno... ¿sabes que me pasó a mi en un banco del Parque de Mª Luisa?, estabamos esperando a que pasara la Paz (es una procesión de dos pasos que, atraviesa por mitad del parque), entre tantísima gente, habíamos conseguido coger un banco -incómodo porque era de piedra y sin respaldo, pero al menos teníamos asiento-, quedaba un huequito chiquitísimo en la esquinita del banco y, allí se acomodó un viejecillo de aspecto amable... nosotras nos arrechuchamos para darle más espacio, y en ésto que empezó a hablarnos de cuando él era chico, de como era Sevilla entonces, de las calles, de la guerra, de la mili... y seguía y seguia y seguía hablando sin parar... con pilas Duracel !te lo aseguro!, muertas ya y con las orejas del tó colorás, decidimos marcharnos -muy educadamente, eso sí-, justo nos alejamos apenas unos pasos cuando de detras de los árboles salieron otros tres viejos que estaban esperando que nos "echara del banco", y allí se quedaron los cuatro, tranquilamente, con todo el banco para ellos !ja,ja,ja.... te aseguro que fue así, tal cual!, objetivo: como desalojar un banco del parque con arte.
Y aún reconociendo, que la tactica de ambos viejecillos es efectiva, -si es que lo que querían es quedarse con el banco-, reconozco que, mi viejecito tuvo mucho más salero... lo de entrar con el otoño y la caída de las hojas y los colores dorados, no sé, no sé... además, a mí personalmente me gusta el otoño, no lo encuentro como dicen una estación triste !para nada!, aunque claro, no tiene color con la primavera!!!
Un besote, uno enormísimoooooo
Ja...!! el pobre hombre estaría perdido o le atrasaba el reloj.
Muy bueno.
mariarosa
Pobrecillo... Pero pobrecillo... Se estaba perdiendo la primavera en todo su esplendor, claro, él ya no la tenía. Este debe ser el colmo del pesimismo.
Qué atractiva la ilustración pincelada con reflexión. Sigo eligiendo, a pesar de tanta verdad, al otoño como una de mis estaciones favoritas.
Mis otras favoritas son las otras tres.
Un beso,
D.
Es que con tantos cambios de temperatura y de tiempo uno ya no sabe ni en qué estación vive, jajaja. Pero... ¿seguro que era el viejecito quien se confundía? ¿no sería Doña Nieves?
muy bonito, es cierto, hay gente que se pone así y te reduce la vida a cuatro días justitos,...una vez fui con diego a una tienda de golosinas, la mujer se lió a hablarnos del cambio climático y el fin del mundo...desde entonces intentamos ir lo menos posible, jajaja,está visto que de gente así hay que huir rápidamente
besos
¿Y si........? Je, je, jeee...
A mí lo que me parece es que esta pareja anda confundida con el famoso cambio climático, juajuajua!
Besósculos cerezósculos! Ah, y ponte el sombrero! Mua!!
Prefiero esas realidades paralelas de las que hablas, y no las realidades "para lelos" del cuento, jajajajaj!
Besos de confusión!!!!!
Vaya con los ancianitos, se las saben todas, jajajajaj!
Pues a mí el otoño me gusta por razones etséticas, pero me deprime una barbaridad! Sin embargo, lo que me alegra mucho es verte por mi blog, sin importar la estación!
Un gran beeeeeeso!!!
Bah, si es que un despiste lo tiene cualquiera, jajajajajajaj!
Un abrazo!
Metafórica y muy bonita interpretación, aminúscula! Al anciano le ha encantado! Y doña Nieves no se ha enterado porque ya se había marchado...
...Pues a mí me atraen mucho más las otras estaciones, las de los trenes, que son siempre las mismas pero, al mismo tiempo, nunca son iguales...(bah, te he dicho esto para dármelas de original, jajajaj)
Un beso de mes de mayo!
Jajajajaja, ayyy, Minoe, desaparecieron los misterios, pero has sembrado terribles dudas con estas confusiones estacionales!!!
Esta señora, sin darse cuenta, está haciendo un gran bien a la humanidad, no por hablar del cambio climático, sino porque con sus rollos ya no vuelves por allí a comprar golosinas y así evitas la caries infantil, jajajajajajaja! (dime la verdad, sigues comprando chuches, pero en otra tienda, ¿a que sí?)
Merce, este cuento es perfecto para filosofar sobre dónde empieza realmente una cosa y dónde acaba. De hecho ese era el objetivo no?
Dicen que el Sol sale por Japón, pero... por qué? No podría ser la costa este de EEUU? Fue acaso un nipón el divagador de tal privilegio?
Sin salirnos del tema que propones, cuándo es realmente el final de un año, o sea, 12 meses? ¿31 de diciembre? NO, PORQUE EL INVIERNO NO ACABA AHÍ. Es muy complicado. Para colmo, casi todo nos termina en junio, y volvemoa a empezar en septiembre, aunque realmente... septiembre es el fin de las flores!!
Un besote fuerte
Ayy, Falete, ¿será verdad que todo es relativo? Mira que si al final los japoneses acaban diciendo aquello de "salga el sol por Antequera"...
Principio y final, la gallina y el huevo...¿Es eso la vida?
Besos filosóficos!!!
¡Todos los consejos que compartiste son adorables! Gracias.
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