La habitación 206 es una prueba
de fuego, y nunca mejor dicho. Bien lo pueden confirmar todos los pacientes que
allí han estado ingresados a la espera de curarse o de morirse.
Y no sólo ellos: los familiares y amigos que acuden de visita hacen exagerados aspavientos, incluso antes de saludar al convaleciente e interesarse por su estado, debido al excesivo calor que destilan sus cuatro paredes, y tachan enseguida de tormento infernal las condiciones bajo las que sus seres queridos van desgranando los días.
Sólo la cuidadora de uno de los enfermos, mujer de profunda sensibilidad emocional, pasa las solitarias noches tiritando dentro de sus cuatro jerséis, porque desde el hostil sillón en el que le toca velar hasta la salida del sol, siente dentro de aquella habitación cada una de las infinitas capas de espeso sufrimiento acumuladas durante años.
Y ella, que no aprueba las cartas de la injusta baraja del destino, que se rebela contra el dolor propio y ajeno, y que reza inútilmente pidiendo otro mundo mejor, es asaltada a la llegada del alba por la indefectible certeza de haber rogado a una causa perdida. Es entonces cuando abatida y necesitada de huir de aquel gélido pozo, recoge sus enseres y escapa presurosa por los pasillos hacia la salida, con la esperanza de recuperar sobre la superficie de su cotidianeidad la calidez del que todavía siente fluir la vida por sus venas.
Y no sólo ellos: los familiares y amigos que acuden de visita hacen exagerados aspavientos, incluso antes de saludar al convaleciente e interesarse por su estado, debido al excesivo calor que destilan sus cuatro paredes, y tachan enseguida de tormento infernal las condiciones bajo las que sus seres queridos van desgranando los días.
Sólo la cuidadora de uno de los enfermos, mujer de profunda sensibilidad emocional, pasa las solitarias noches tiritando dentro de sus cuatro jerséis, porque desde el hostil sillón en el que le toca velar hasta la salida del sol, siente dentro de aquella habitación cada una de las infinitas capas de espeso sufrimiento acumuladas durante años.
Y ella, que no aprueba las cartas de la injusta baraja del destino, que se rebela contra el dolor propio y ajeno, y que reza inútilmente pidiendo otro mundo mejor, es asaltada a la llegada del alba por la indefectible certeza de haber rogado a una causa perdida. Es entonces cuando abatida y necesitada de huir de aquel gélido pozo, recoge sus enseres y escapa presurosa por los pasillos hacia la salida, con la esperanza de recuperar sobre la superficie de su cotidianeidad la calidez del que todavía siente fluir la vida por sus venas.
30 comentarios:
Espero poder recuperar mi bendita rutina de una vez y visitaros con regularidad. Echo de menos leeros, el contacto bloguero...!!
Creo que hay muchas habitaciones 206...
Te ha salido una descripción perfecta. Te aseguro se ha mejorado muchísimo, pero aun hay muchas 206. Largo es el camino.
Amiga, qué privilegiado fue ese paciente que tuvo los cuidados de la mejor cuidadora que puede darse. Sin duda que su mejoría fue debida a ello.
Y sí, sin duda, que la calidez de la rutina volverá para ella y para quienes la quieren, que tanto la necesitan.
Besósculos de felices rutinas. Buena semana.
Cuídate.
Mercedes, me has emocionado con tu descripción porque no hace un año pasé la noche en esa habitación —tal vez con otro nº— y el amanecer nos trajo el final del ser tan querido.
Un cariñoso abrazo:)
...Y siempre están ocupadas.
Mientras haya cualquier cosa que mine nuestra salud, tendrán que existir...
Un abrazo.
Pues fue un paciente que por las circunstancias no pudo ser impaciente, jajaja.
Feliz semana y besósculos varios. Mua!
De esas habitaciones sólo se puede salir pletórico o con las manos vacías. De ahí que estén impregnadas de tantos sentimientos...
Un abrazo sentido.
Me dejas pensando con el final que le das.
Saludos
David
La cálida sonrisa de la cuidadora es el mejor bálsamo para sobrellevar esa espera, aunque en algunos momentos las lágrimas y el sudor se confunden en ese mar de sufrimiento.
Me he sentido muy identificada con tu sentir en esa experiencia.
Besos.
Todos, hemos estado alguna vez en una 206.
Preciosa historia y encantadora narradora. :)
La humanidad doliente Mercedes. COnmovedor.
Abrazos
Mi hermana ha estado estos días visitando en un hospital y ha tenido parecidos desvaríos, supongo que debe ser la calefacción a modo INFERNO que perece ser no hay recortes en este apartado....
MIL BESOS :)
Creo que es un misterio, al que no le encontraremos solución... ¿O sí...?
mariarosa
Bueno, tampoco le des muchas vueltas...
Un saludo!
¿Quién no ha vivido una experiencia parecida alguna vez?
Un beso.
Con lo chulos que son los hoteles, y más de una vez acabamos en esas otras habitaciones...
Un besito agradecido, muaa!
Se esconde en hospitales...pero existe.
Un beso y hasta muy pronto!
Me pregunto si lo harán deliberadamente para que nadie se quede allí mucho tiempo, jajaja!
Un beso!
El misterio se desvela en cuanto uno consigue salir por su propio pie de allí, jajaja!
Un abrazo.
Me encanta como escribes, has hecho un post genial.
Me quedo por aqui, espero que te pases por mi blog y me sigas.
http://thegirl26.blogspot.com.es/
Estoy disgustada: te había comentado en Facebook este regalo de vídeo y, al volver a por mi merecida respuesta, vi que no se había publicado. Y ahora ni me acuerdo de lo que decía, sólo que había sido un placer verte y oírte. Snif.
Un beso
Verdad Mercedes, cada vida es una causa perdida, de momento que nacemos para vivir, e indefetiblemente morir. Lo comprendemos sobre todo cuando acompañamos a un enfermo de la familia. Cuando somos nosotros los enfermos es distinto, nuestroa afán de ganarle a la parca nos hace olvidar del resto.
Y en eso se basa la forma de vida de nuestro planeta,no se si de otros, cada ser vivo se alimenta a su vez de otro ser vivo, y así es una cadena interminable y continua. Y por supuesto que los humanos no escapamos a ese designo, somos quizás los mayores depredadores del planeta.
Te agradezco el comentario en mi blog: eres la única que entendió el desvarío de mis palabras, y no buscó fondo o intensión oculta.
Me recorfonta que lo hayas hecho.
Un abrazo,
ROBER
Muchas gracias por tu visita y por tu comentario...¡Pasaré a verte!
Un abrazo.
...Pues que sepas que en parte eres culpable de estas videochapucillas...¿Para qué sirven si no los cursos de creatividad, eeehh? :-)
Un beso, profe :-)
A ver si el ser humano acepta de una vez por todas que en la vida existe un lado más amargo que a todos nos puede afectar en mayor o menor medida.
Fue un placer comentarte porque tu entrada me gustó especialmente. Un abrazo y hasta muy pronto.
Hay tantas habitaciones 206, por suerte siempre habrá cuidadoras como la de tu relato
Abrazo
Como dicen por ahí, siempre hay un roto para un descosido, jejeje.
Un abrazo.
Mi hermano me sugirió que podría como este blog. Él era totalmente correcto. Este post realmente hizo mi día. Cann't imaginar cuánto tiempo que había pasado por esta información! ¡Gracias!
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