Era una de esas tardes de noviembre medio tormentosa, gris y fría, pero agradable…
La cocina me esperaba con los brazos abiertos… y los platos sucios. Decidí ponerme manos a la obra con música de fondo; pensé que así el suplicio sería más llevadero.
Puse en marcha la radio. La bellísima y nítida voz de un conocido cantante de ópera empezó a deslizarse con su hipnótica aria a través de la suciedad; no pareció importarle la mezcla de grasa y detergente, porque siguió cantando, exaltado. Su entusiasmo era tan contagioso que decidí acompañarle en aquel melódico y mugriento paseo. Nuestras voces, unidas a las pompas de jabón, se escaparon por la ventana abierta, se estrellaron contra el lavadero, víctima inocente, y acabaron enredándose entre la ropa tendida, como si estar mojada y colgada no fuera ya suficiente martirio.
De repente, advertí la presencia de una inesperada espectadora en el tendedero. Sí, sí, entre una camiseta y mis calcetines amarillos.
Era una mosca.
Estaba muy quieta, y me miraba con emoción contenida.
Parecía escuchar la música con tal pasión que no me atreví a molestarla, y si finalmente lo hice, fue para comprobar que era en realidad una mosca melómana, y no una mosca disecada. La pobre se vio obligada a iniciar un atolondrado vuelo por entre los calcetines; estuvo a punto de colarse en la cocina, pero se lo pensó mejor, y desapareció en dirección al cielo otoñal, mientras silbaba con ardor el aria que hasta entonces había pertenecido al cantante de ópera.
14 comentarios:
¿Hacia el cielo azul? mmmm te está espiando Merceditas! para volver en cualquier momento a dar por c*r^n. jejeje! Odio las moscas, incluso las melómanas. Un beso.
Pues no veas, el cantante de ópera, lo contento que estaba con el zumbido de la mosca coj***ra, ja, ja, ja!!
Muamuamua!!
Ah, ¿así que además de moscas pesadas también existen moscas melómamas? vaya, vaya, cada día se aprende algo nuevo.
P.D A lo mejor me las miro un poco más a partir de ahora antes de intentar matarlas cuando me den la lata... Si tienen cierto gusto musical puede que les perdone la vida (o no...)
Me parece,mercedes que podría tratarse de la misma exquisita y refinada "espia" de una entrada que escribí en julio...¡y que podría haber regresado de nuevo!besos, por cierto,te sigo leyendo...
Es que como todas van vestidas igual, es difícil reconocerlas, jua, jua, jua!!!
Están en todas partes, y no se rinden fácilmente! :-)
PD.- Yo encantada de que me sigas leyendo, ya lo sabes! :-) También paso yo a verte y comentarte... Por cierto, tu última entrada era inquietante... :-$ ¿Habrá continuación?
¿De dónde has sacado la descripción esa que has puesto de las iniciales de tu nombre? jajaja
Mira tu correo electrónico... ;-)
Buen giro... el que le has dado a la historia.
A las moscas, con un cañonazo se piran :p te ha dao por los animalillos de la era jurásica eh? jajaja
nada nada, levantate como veas, hay que criticar a las sectas que son las que dan la mala imagen de otras religiones más abiertas.
besos
Hummm, creo que siempre quedará en el misterio si dejé que la mosca se alejara, libre y cantarina, o si... se me escapó al querer espachurrarla! :-)
...Qué quieres, me van los bichos jurásicos porque, en el fondo... soy una nostálgica, jua, jua, jua!!!
PD.-Las sectas, directamente al paredón, sin rosas, ni cruces, ni ná de ná!
Muamua!
Me gusta que veas en una mosca tanta poesía, porque yo, la verdad es que soy incapaz. Tengo un problema con los bichos en general, no los puedo ni ver, pero me ha gustado ver otra interpretación del tema... ;)
Pues debió ser cosa del mágico ambiente otoñal, chica, porque a mí los bicharracos también me ponen bastante nerviosa...
Eso sí, creo que nunca escribiré "La araña melómana", ja, ja, ja, ja!!
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