Lo primero que hizo la señora marquesa fue dar un alarido impropio de su alta cuna. Lo segundo, llamar con voz desesperada a la fiel y segura servidora Merceditas.
-¡Merceditas, ven inmediatamenteeeee! ¡Que me da un soponciooooooo!
Todo era menudo en Merceditas: su estatura, su voz, sus pasos al correr en auxilio de la señora, su sueldo, y hasta su nombre.
-¿Qué le sucede, señora? –preguntó, con suma mesura.
Si la señora marquesa no hubiera sido víctima de los nervios, habría podido explicarle que al pasar por el salón, había girado su perlado cuello hacia la derecha para admirar su distinguida imagen en un hermoso espejo, regalo de Cuqui de las Rozas. Mas, ¡ay!, en lugar de encontrar el reflejo de su enjoyada y señorial madurez, no vio nada. Absolutamente nada. El susto había sido morrocotudo.
La noche anterior, la señora marquesa había padecido insomnio. Como era demasiado tarde para llamar a alguna de sus amigas, encendió el televisor. Ante su noble yugular apareció, en plena acción, un vampiro de celuloide. A la señora marquesa no le estremeció el afán succionador del protagonista, sino que un conde tan apuesto y con tanta clase no se reflejara en los espejos.
Y ahora, a ella le había sucedido lo mismo. Por más que pasaba una y otra vez delante del regalo de Cuqui de las Rozas, la marquesa simétrica se resistía a aparecer. ¿Cómo explicárselo a Merceditas, si estaba tan aterrorizada que la voz no le salía del cuerpo? Se limitó a señalar varias veces con su ensortijado índice hacia la pared.
Merceditas era menuda, pero menuda era Merceditas; conocía bien a la señora, e interpretó rauda y veloz aquellos aristocráticos gestos.
-Si lo que quiere saber es dónde está el espejo –aclaró Merceditas-, me lo he llevado para limpiarlo. Enseguida lo traigo.
De repente, la señora marquesa comprendió el misterio: no se había reflejado… ¡ porque el espejo no estaba! ¡Pero qué atolondrada…! Poco a poco recuperó el control sobre su majestuosidad y respiró, aliviada.
Durante unos angustiosos instantes, había pensado con horror que, por desconocidos avatares del destino, la vida la había degradado a condesa, como al vampiro.
26 comentarios:
Comparto la desazón de la dama, es siempre prefereible perder caracetrísticas humanas que descender escaños en el escalafón nobiliario.
Sin embargo, por si alguna vez me convierto en vampiro, quiero comparti aquí una vieja duda sobre cómo harán esos macabros caballeros para verse tan pulcramente afeitados sin ver su imagen reflejada en ningún espejo.
Comienzo a creer que los vampiros no existen, de existir tendrían su cara llena de cortaduras cicatrizadas, frescas y curándose con trocitos de papel.
Buen cuento, Merceditas, pero devuelva el espejo.
D.
Cuando uno no es lo que se piensa, o al menos el reflejo muestra eso inaceptable, es mejor aparentar el vampirismo que alimenta esa ilusión perpetua de ser la perfección que crea la imaginación. Y ser invisible ante todos los reflejos.
Muy interesante...
R
(te lo debía de un "compartir" mal escrito)
ser un poco menos humano es ser cada vez un poco mejor a veces...
Bueno, por fin entiendo por qué los vampiros sólo salen de noche: la oscuridad les protege de miradas críticas y ellos ocultan mejor el lamentable resultado de su afeitado. Y con la luz del día, encierran cortes y cicatrices dentro del ataúd. Qué prácticos.
Y ya que has devuelto la R, me veo obligada a devolver el espejo...¡Anda, pero si no me reflejo! (Uff, suerte que no me tengo que afeitar!)
No estaría mal que este tipo de gente eliminara de sus vidas los espejos...
¡Gran reflexión la tuya!
...Siempre y cuando se disponga de dinero y se carezca de espejo.
Qué maestría para acompasar los tiempos de la crónica, acelerando y pausando la carga justa de adjetivos en el instante preciso y sobre todo precioso. Una maravilla leerte amiga. Besos y mordiscos
Jejejeje ¡que bien! si no es que doña marquesa fuera vampira, sino la que Merceditas y su subconsciente que decidió vengarse de la señora marquesa por su diminuto sueldo.
¡Jó! el Miguel Vivas te ha dejado besos y mordiscos... se nota que la primavera esta en puerta jejeje
Divertido relato, un abrazo y beso
Ro
Esta señora lo que tiene que hacer es ir al oculista, que "no ve un pijo", como diría mi amiga Isa, jajaa. Mira que no darse cuenta de que había desaparecido el espejo...
P.D ya lo había leído, pero me ha vuelto a hacer gracia :)
Una maravilla es que pases por aquí. ¡Gracias!
Un beso!
Bueno, un poquitín vampira sí que creo que es la señora marquesa, porque le chupa la sangre a Merceditas, ja, ja, ja! Pregúntale, pregúntale lo que le paga, y verás...! :-)
Un beso!!
¡.......Si es que las perlas no le dejan ver el bosque!! Lo primero que le diría el oculista es que se quitara el collar... :-)
qué susto el de la señora condesa!
Merceditas...a que le escondiste a propósito el espejo....
mil besos(con o sin vampiros?)*
Aaaaahhh, ahora me doy cuenta yo de por qué no me veo reflejado en el espejo cada mañana. Debe ser que alguna linda espejera se lo a llevado para quitarle el polvo.
Cucucu. Cuídate y buena noche espejuelense.
MERCEDIIIIIIIITA VES POR UNA BARRA DE PAN........CALENTITO NO TE OLVIDES.......ABRAZOS......
¿Cómo que "señora condesa"?????? ¡Señora MARQUESA!!!!!!!!! A ver si al final la dama se va a enojar contigo...!
Besos aristocráticos!!
No, querido Albertito, no te engañes: esos dos pequeños orificios que tienes al ladito de la yugular son las dos razones por las que no te reflejas cada mañana en el espejo. Te aconsejo que elijas mejor a tus amistades, jee, jee, jeee, y sobre todo, mucho cuidado con los señores duques Drácula, juajua!
Feliz miercósculo! Mua!
Maaaaaarrrchaaaaando una barra de pan recién hecho para el señor Jmec!!!! ¿Y un poco de jamoncito del bueno para acompañar al pan, hace o no hace?
Un abrazo!
que delicia son tus cuentos Merce. En setiembre viajo a Barcelona, voy a andar cerquita de la sagrada familia. Por supuesto será un placer encontrarme contigo amiga.
te dejo un besote.
aún das cátedras.
Sereno, qué ilusión! Estaré encantada de poder conocerte a la sombra de la Sagrada Familia! Si quieres, te daré mi correo electrónico y ya lo hablaremos!
Besos barceloneses!
¡pero qué divertido es este cuento! ¿sabes que yo conozco a una real y auténtica Cuqui de las Rozas? Pero no debe de ser la misma, porque a mi no me ha regalado nunca un espejo...
Ja, ja, ja, ja, no me digas!! Oye, si alguna vez te regala un espejo, dímelo! ¿Te imaginas? ¡Menuda risa!
perdón,perdón,señora marquesa,condesa,duquesa, y todos los títulos juntos!jajajajaja!
Queda perdonada por la simpatía que siento hacia usted. Y ahora, puede retirarse, no sin antes haber besado mi mano.
Excellent record, continue in this way
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