¿ES QUIZÁS LA FANTASÍA UNA ISLA DE EVASIÓN? …HOY: “NÁUFRAGOS”

En lugar de estar pendiente de su trabajo en la biblioteca, Sonsoles permanecía sumergida en la fascinante historia que explicaba un periódico digital sobre un hombre abandonado a su suerte durante años en una isla desierta.
Decía el artículo que ya en el interior del barco que lo había rescatado de su obligado cautiverio y que le conducía de nuevo a la civilización, el náufrago contaba al capitán de la nave salvadora anécdotas y desventuras en aquel recóndito lugar. El hombre, asombrado testigo de un hecho excepcional, escuchaba atentamente frente al timón con el interés de un científico que va a estudiar a un extraño insecto en un microscopio.
Sonsoles echó un rápido vistazo por encima del ordenador y respiró aliviada: la biblioteca seguía siendo una isla de quietud y ella podía continuar saciando su curiosidad.
Le sorprendía que el pobre desgraciado se hubiera alimentado de víveres inverosímiles para sobrevivir y que durante la cruel estación de las lluvias buscara cobijo en unas galerías subterráneas, quién sabe si naturales o bien obra de algún corsario del pasado.
Cuando Sonsoles acabó de leer, suspiró soñadora. Había vivido con inusitada intensidad las experiencias de aquel hombre. De repente, un carraspeo la sacó de su ensoñación. Levantó la vista de nuevo y esta vez comprobó con angustia la larga hilera de lectores irritados que requerían de sus servicios. Un agrio comentario se escapó de la cola: “Señorita, baje ya de las nubes, que tiene trabajo entre los mortales”.
Y Sonsoles, roja como un tomate, dejó a un lado su fantasía alimentada y volvió, tal como había hecho el náufrago, a su verdadera realidad.