Todos corremos el riesgo de caer en la locura.
Y si no, que se lo pregunten a la vecina del tercero.
La octogenaria mujer vivía con la única compañía de su repugnante perro, más viejo que ella. Andaba ya el animal muy fastidiado, tambaleante y nauseabundo, y olía peor que el trapo de la portera. Sin embargo, la anciana era feliz junto a su mejor amigo, y lo sacaba orgullosa cada mañana y cada tarde a la calle para que intoxicara a los árboles cercanos al inmueble.
Hasta que una noche, ocurrió lo inevitable:
Aquel perro viejo y cansado no pudo aguantar más el peso de su propia mugre, y murió en silencio, sin avisar a nadie.
Ni siquiera a su dueña.
La mujer se percató del horrible suceso cuando al querer pasearlo a la hora se siempre, le costó arrastrarlo más que de costumbre.
Dos días después, los vecinos la vieron salir de casa. Arrastraba una correa en paro, y se detenía en cada árbol, como si el perro estuviera aún al final de la correa. Lo mismo hizo al día siguiente, y al otro, hasta que al poco tiempo la mugre también pudo con ella.
O la locura.
En cualquier caso, los árboles agradecieron enormemente que la correa ya no sujetara a aquel animal que los envenenaba diariamente.
(Nota aclaratoria: como no tenía fotos de perros, pues he puesto ésta de una vaca poco pulcra)
14 comentarios:
Pues la anciana no sé si me da pena. Pero el perro, desde luego, sí. Qué culpa tiene él de que no lo laven?
¿Tendría esta señora el Síndrome de Diógenes??
Mira, Noemí, aunque resulte muy cruel, algunos perros tienen que sufrir de esta manera para poder mantener frases como "vida de perro", y palabras como "perrerías", que perderían su significado sin su sacrificio.
Desde aquí, mi homenaje a todos los perros mártires.
Hummmm, podría ser, Baby... Lo que no sabemos, es en qué condiciones encontraron su piso cuando la buena mujer pasó a mejor vida, ja, ja ja!
Un beso!
Zenkiu ;) Ya sabes lo que disfuto con los temas de vecindario :)
Es que la soledad puede ser mu mala...
Pues mira, Lidia, y ahora hablando en serio, a mí me dan no sé qué los ancianos estos que están más solos que la una, y que acaban volcando todo su cariño en un perro, o en un gato. No es que los animalicos no se lo merezcan, pero cuando lo haces porque no tienes a nadie más a quien dar afecto (ni de quien recibir), pues que debe ser mu malo...
Y es que a vces no podemos separarnos de las cosas sucias. A la señora me la imaginé muy obesa y con una peluca rubia rizada.
Con tu cuento hasta me dieron ganas de lavar a mi perro, bueno, mejor no que nunca se deja.
Muy buen cuento, y te digo que a mí me cuesta horrores ilustrar mis posts.
Un abrazo.
Gracias, Joyrider!
Fíjate, tenía una foto de una vaca sucia, pero no de un perro sucio.
Ni siquiera de un perro.
Bueno, sí, una de un perro verde... pero no era lo más adecuado aquí (que yo sepa, en casa de esta señora no había radiactividad)
Un saludo!!! ;-)
pobre señora, pobre perro,pobre correa, pobres árboles...
qué comentario más pobre...
angelamariantonia con las hormonas cayendo en picado
Angelamariantonia, cuidado, que se te acaba de caer una hormona!!!
Ayyyy, que casi la pisas!!!
Te ha faltado decir "pobres hormonas", pero te ha sobrado lo de "qué comentario más pobre..."
:-)
¿Posible sindrome de diógenes?...
oid! que genera el síndrome de diógenes??? alguien sabe que lo produce...?
La historia es un arraigarse a esas costumbres, una posible locura, me ha gustado.
1 beso guapa te leo por aki desde el curro hoy!
¡Hola, n-a-s-a! ¡Me alegra verte por aquí! ;-)
Para mayor información sobre el síndrome de Diógenes, tenemos por aquí a Baby (espero que ella no lo sufra, ja, ja, ja,), una experta en síndromes y otras patologías!
Un beso, y hasta pronto!!!
En cuanto a la foto, tá claro que un perro no es, pero yo tampoco le veo pinta de vaca. Será por la perspectiva, no sé, pero parece algo raro.
A veces, Anónimo, es difícil reconocer a alguien por la espalda...
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