CUENTOS A LA CARTA: ¡MAAARCHANDO UNO DE ZAPATOS PARA PIOK! HOY: “CON LA MORAL POR LOS SUELOS”

No.
Desgraciadamente, no se trata de una leyenda urbana.
Existen.
Y son muy peligrosos.
Yo he sido testigo de alguna de sus fechorías, que intentan camuflar siempre bajo el disfraz del accidente.
Porque listos, lo son un rato.
…Pero a mí ya no me la dan.
Yo he visto con mis propios ojos a una señora dar un inexplicable tropezón y caer pesadamente en la calle.
“Me he torcido un tobillo”, decía la pobre ilusa, en el suelo, con un mohín (*) de dolor.
Pero el culpable del tremendo traspiés no había sido una acera en mal estado, ni un socavón, ni la miopía de la mujer, ni su eventual torpeza, ni un balón enredado entre sus piernas, ni la manida piel de plátano de los chistes,… Los responsables de tamaña mala jugada habían sido…
Los zapatos.
Sí, los zapatos que, con una increíble y atrevida pirueta cruel, habían dado un fuerte y rápido giro sobre sí mismos, (aun a riesgo de su propia vida) hasta lograr la caída de su víctima.
Así son ellos: presuntuosos, insensibles, rastreros, desalmados, fríos e inflexibles, y han venido para hacernos la vida… imposible.
Algunos, los más orgullosos, miran con desafío al mundo, y lanzan un grito que parece de guerra:
“¡Pies, para qué os quiero!”
Supongo que hay que comprenderles.
Al fin y al cabo, no han dejado de tener nunca la moral por los suelos.
Y ese complejo de inferioridad, tarde o temprano, clama venganza.

(*) (Siempre había querido escribir la palabra “mohín”. Uf, qué gusto).