“Hummmm… para estas cervicales, reposo, medicación, gimnasia específica, paciencia,… y mucha resignación, Venancia, mucha resignación”, había aconsejado el médico, tras estudiar la radiografía.
Qué soluciones tan acertadas.
Después de la visita, Venancia pensó que ella misma podría haberse dedicado a la medicina. Lo de este traumatólogo no era ojo clínico, sino cínico.
Para matarlo.
Aquel día, decidió tomar ella misma la rienda de sus huesos.
La primera medida: cambiar de almohada.
Esa compañera nocturna, receptora de sueños, de babas, y a veces de alguna lágrima, antes flexible y blandita, se había convertido en un intransigente saco de piedras. El embrión de su insoportable dolor de cervicales anidaba entre aquel relleno apelmazado.
Ni corta ni perezosa, Venancia se dirigió a “La almohada de la guarda”, curioso nombre para una curiosa tienda abarrotada de colchones, cortinas, toallas, manteles,… y almohadas.
“Llévesela…créame… Esta almohada es… especial”, le aconsejó la persuasiva dependienta, una mujer morena, con el pelo largo y rizado, y unos ojos del mismo color que las toallas de oferta del mostrador.
La noche confirmó sus palabras: cuando se dejó caer en la cama, Venancia comprendió que esa almohada había nacido para su cabeza. O quizás era su cabeza, la que había estado esperando ese momento toda su vida: nada más cerrar los ojos, la mujer entró en una mágica ensoñación que la condujo por mundos paradisíacos y paisajes relajantes. Así toda la noche.
Venancia no se quería despertar; cuando lo hizo, se echó a llorar de felicidad, por haber experimentado un sueño tan maravilloso, y de desesperación, por haber salido de él…
Mis dudas son:
¿Creará adicción la almohada?
¿Se trata de una almohada adulterada?
¿Estamos ante un clarísimo caso de sugestión?
¿De qué color eran los ojos de la dependienta?
12 comentarios:
Sí, la almohada crea adicción. Sin lugar a dudas. ¡Dímelo a mí, que tenía una almohada cuando era pequeña de la que no me despegaba! la llevaba a todas partes, día y noche, mi madre dice que tenía una obsesión y que ni siquiera le dejaba quitar la funda para lavarla... de hecho, mira que yo era pequeña, debía tener unos 3 años, pero aún me acuerdo perfectamente de cómo era aquella almohada...
La almohada crea adicción. Yo todavía me acuerdo de la primera que tenía en mi cama de la casa paterna. Después le traicioné; confié en la butterfly pillow, pero no era lo mismo.
Ahora tengo la butterfly y otra de viscoelástica, para ir alternando -llamadme promiscuo, lo reconozco. Pero en las largas noches de insomnio sigo acordándome de mi primera almohada. Es cierto que el primer amor no se olvida nunca... Snif.
La gente se ríe de su Británica Majestad y de sus mal llamadas excentricididades, pero yo entiendo perfectamente que viaje a todas partes con la almohada bajo el brazo de su lacayo.
...Y a qué edad pudiste dejar la... "adicción"? :-))))
PD.- Mi cuñada, una persona inteligente y encantadora... DUERME SIN ALMOHADA!!!!!!!! Lo siento, no, no lo entiendo...
Hasta hace poco, mi madre viajaba siempre con su almohada. Menos en metro.
PD.- ¿qué prefieres, Madama Butterfly o... Madama Viscoelástika? (versión rusa de la Butterfly, jua, jua, jua)
ay, merzzzz! deberías saber a estas alturas que un cangrejo no puede elegir así, de sopetón! necesito meditar y darle vueltas al tema por lo menos durante una semana.
Ahora entiendo: la jornada de reflexión, previa a unas elecciones, fue invención de un... cangrejo
XD
Pues mira, se lo he preguntado a mi madre y me ha dicho que me duró desde que tenía un año hasta los 4 que me la quitaron (muy a mi pesar) jej
...Pero seguro que "recaíste" sobre otra almohada...¿a que sí?
;-)
La almohada de uno es sagrá!!
Sobre lo de dormir sin almohada, los japoneses duermen con una almohada pequeña y dura, no?
Hay gente pa tó ;)
...Ay, Lidia, por eso los japoneses tienen los ojos tan guiñaos!!! ;-D
Sí, recaí sobre otra almohada, pero ya nunca ha sido igual. Ya sabes que los primeros amores nunca se olvidan :-p
...A mí me lo vas a decir...! ;-)
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