Ernesto y Alejandro salían del hospital cogidos de la mano. Ernesto había cumplido su sueño de ser padre por segunda vez; Alejandro había visto esfumarse su sueño de ser el eterno rey de la casa. Ernesto se había emocionado con el recién nacido en los brazos; Alejandro se había quedado helado frente a esa cosa pequeñaja, roja y muy llorona. Ernesto estaba pletórico; Alejandro, confundido… El niño sentía la repentina necesidad de llamar la atención de su padre, y ya mismito.
-Papá, papá, escucha, que te voy a contar un chiste muy divertido…
Ernesto echó una tierna mirada a su hijo mayor.
-Cuenta, cuenta, Alejandro, que soy todo oídos.
Ante la reacción de su padre, el niño vio un atisbo de esperanza: quizás no estaba todo perdido y podía recuperar su cariño y mantener su trono. Ni corto ni perezoso, se lanzó entusiasta:
-Pues esto es Jaimito, que le dice su mamá: “Jaimito, voy a salir un momento a comprar. Mientras estoy fuera, deja al bebé en la cuna y pon los macarrones en el horno”… Pues, ¿sabes qué hizo Jaimito?
Ernesto se lo estaba pasando en grande; le llenaba de felicidad ver a su hijo de seis años convertido ya en un hombrecito, y le emocionaba saber que repetiría con el recién nacido la hermosa experiencia vivida con Alejandro.
-No, ¿qué hizo Jaimito? –preguntó con alegre curiosidad.
-¡Pues que se equivocó en todo!
Entonces, Alejandro se echó a reír de manera descontrolada. Su padre pensó que era algo natural: tantas emociones concentradas en un día habían encontrado al fin una válvula de escape.
-¿Que se equivocó en todo, dices?
Sin dejar de reírse a carcajadas, su hijo le explicó:
-¡Sí, sí, en todo! ¡Jaimito puso los macarrones en la cuna, y al bebé lo metió… lo metió en el horno! ¿Has oído, papá? ¡Metió al bebé en el horno! ¿A que es para morirse de risa?
De repente, a Ernesto aquella risa le provocó un escalofrío.
28 comentarios:
Prefiero que en la cuna haya galletitas y no macarrones.
Muy sabio este niño porque sin decir, dijo mucho.
Ale, que tengas buenos planes para el fin de semana, que nadie, ni siquiera las visitas disfrazadas de calabaza, te lo amarguen.
Besósculos hallowenósculos.
jajajajajajajaajja!!!! qué sordido! el chiste tiene bien poco de chiste, menos mal que quizá el padre se ha dado cuenta a tiempo
;-)
Por cierto, qué graciosa la foto :)
màcabros macarrones ....
humor negro y al horno!
buen Halloween !!
Blas
Mercedes, lo que se nos puede escapar de la mente de los pequeños, dispuestos a mantenerse en el cariño que han percibido pase lo que pase!!
Miedo... muy apropiado para estas fechas!
Un saludo y un abrazo!
Cuidado con los monstruos y con las calabazas sonrientes!
mama míaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!
help!
=(
que bueno, el chiste, y es quelos niños lo sacan todo, no se quedan nada dentro, y eso esta muy bien.
jujujujujuju!!!! macabro!! jajajajajajaa... alguien conocido en el bajo mundo como mi novia, diría que es un cuento muy digno de mi blog... jajajajajajaja...
me ha encantao Merce!!! no sabés cuanto!! no te imaginás cuanto!!!!
un abrazo gigante!!
negro,negro,negro!
me gusta muchísimoooooooooooo!!!!!
cómo me gusta Alejandrito! jajajaja!!!!
(y? ya te encontraste con alguien disfrazado de Alberto?)
Mil besos!
Jajajaja... Humor negro. Pero muy apropiado, él seguirá siendo el Rey...como el prota de la ranchera :-)
Y cuando le pregunta como se llama, Alejandro responde:
Chuky, Alejandro Chuky... y suelta esa carcajada descontrolada...
Jodeeeer Merceditassss ¡quina por!
Besitosssssssss
Galletitas, galletitas...
Feliz martésculo, Albertito, después de un fin de semana selenósculo, lleno de magia!
Del chiste de este niño, me quedo con los macarrones, así que ya sabes, ¡queremos macarrones! ¡Queremos macarrones!!!!
Un besósculo cariñosósculo! Mua!
¿Por qué, sórdido? ¿Es que acaso no te gustan los macarrones? ;-)
Pues es una especie de pintada que encontré, no en el muro de Berlín, sino en una tapia de Cambrils! Fíjate, pues yo la encontré un poco siniestra...
A los macarrones le faltaban un poco de calabaza para tener ese color tan de halloween, pero sí,de todas formas salieron muy macabros, ja, ja, ja!
Un saludo!!
¿Qué tal con las calabazas sonrientes y los monstruos? ¿Todo bien? :-) Espero que no se haya cruzado en tu camino ningún Alejandrito, jee, jee...
Un abrazo muy fuerte!!
Que miedo con el niño superterrorífico :S
De acuerdo con que la sensación de escalofrío y muy de acuerdo con terminar el cuento ahí...
Saludos
Tranquila, que va viene Jude!!!!!!!
Besitos para ti y para él!! ;-)
Xana, gracias por pasar por mi blog, leerme y dejar tu comentario.
Un saludo!
Posiblemente tú y yo sabemos ver la cara más sórdida y negra de la luna...
Gracias por tus palabras! Un abrazo!!!
¿A que todavía oyes el eco de la inquietante y negra risita de Alejandrito...?
Besos y más besos, Rayuela!
...Un soberano que reinará en un país muyyy negro...
Bueno, dejémonos de bobadas, que Halloween ya pasó, ja, ja, ja!
...Es lo que tiene el otoño, con su falta de luz, la caída de la hoja, que me pone sordidilla...
Besos b-Ocatescos y luminosos!
...Lo acabé ahí porque el pequeño Alejandro... me empezó a asustar de verdad! :-)
Un saludo, y hasta muy pronto!
jajajajaja no podía faltar un cuento así en hallowenfiestaparty
pero escribirlo como tu lo escribes y estos finales solo tu hija...
Me he quedado blanca... y el niño con una sabiduria aplastante la verdad! uffffffff, lo del horno es brutallllllll - me ha encantado
la puesta en escena. Gracias por este ratito.
Gracias a ti por pasar a verme, Silvita! Un beso!
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