El viejo farero se levantó de la silla con gestos estudiadamente lentos y fue retirando los platos de la cena. A continuación, recogió el mantel y en su lugar colocó un tapete de ganchillo. La maceta con un florido geranio fue el último toque ornamental para la tosca mesa del comedor.
Una vez todo en orden y con una taza de café en la mano, el viejo farero se asomó por el ventanal para escudriñar el horizonte y admirar desde una inusitada distancia aquel rayo salvador que, con luminosa precisión matemática, rompía el amenazador cielo negro, presagio de una larga noche tormentosa.
Ahora, desde su nueva perspectiva como recién jubilado, el viejo farero pensaba en tantos hombres que a partir de entonces se dejarían guiar por el haz de luz amigo y sentía el inmenso orgullo del padre que por primera vez ve caminar solo a su hijo.
El viejo farero bebió unos sorbos de café y sonrió con nostalgia.
30 comentarios:
cuan importante es encontrar un --porquè - a cada cosa que hacemos, sobretodo y especialmente si es nuestra labor cotidiana, en este bellìsimo relato el viejo farero conserva todavìa una energìa luminosa ,reflejo de su satisfacciòn por lo hecho.
saludos
Blas
Qué profesión más misteriosa ésta, de farero. Me despierta mucha curiosidad, saber qué hay en todo ese silencio que rodea al farero, en ese no hacer más que iluminar.
Mercedes, Mercedes, acredito ser uma profissão solitária, o que de imediato me identifico...como se eu estivesse em casa aos finais de semana em que fico completamente só, então tenho tempo para por minhas coisas em ordem, tempo para escutar ao longe passos que nunca chegam, e posso mirar por la ventana o mar que não existe onde moro, mas para quem está no mar o farero é guia...belo e nostálgico para mim este conto.
ps. Um imenso abraço amiga.
hermoso relato el del hombre del faro...
cobrará una buena jubilación?
realmente bello.
besitos*
¡Me gusta la nueva ambientación del blog, Merce!
También el personaje que nos acercas, un farero dedicado a su profesión, pero con fe en el futuro de su labor.
¡Saludiños cordiales!
Pues , me gusta este cuento , dulce jubilación , ¿Qué será esta luz misteriosa? Aprovechemos ahora , luego nos dejaremos guiar intentando ver la luz.....
El encontrar un porqué da mucha tranquilidad interior, es cierto. Además, creo que en el caso del viejo farero, lo suyo era vocacional, lo cual da todavía más sentido a la propia existencia.
Un saludo... y energía luminosa.
¿A que sí?? ¿Y no te gustaría entrar en un faro????
Jair, Jair, tengo la sensación de que tú y yo somos un poco fareros, ¿verdad? Aunque no haya mar, nos gusta la soledad de una ventana...
Un gran abrazo de faro a faro! :-D
Decididamente, la respuesta es NO! Cobra una jubilación miserable!! Pero al menos la cobra. Ya veremos si nosotros tenemos la misma suerte cuando llegue el momento...
Me voy a mi faro! Muuuaaaa!
Tan reacia que soy a los cambios, y un día me dio el "locurín", ya ves tú, jajaja!
Un grandísimo saludo!
El farero ha regalado esa luz durante años, y ahora ha llegado el momento de recibirla...
Un saludo!
GRACIAS POR INVITARME.NO SI PODRE IR YA VEREMOS.....TIENE QUE SER JODIDO SE FAROLERO Y DESPUES DE TANTOS AÑOS DEJARLO.....YO NO SE COMO VOY A LLEGAR AL RETIRO SI NO HAY NI PUTO CURRO PARA LOS MAYORES DE CINCUENTA.......ABRAZOS.....Y MUCHA SUERTE DE CORAZON......
Desde niño no me ha madurado una ingenua admiración por tan simple y tan colorida construcción. En años adultos he probado el ascenso a la habitación única, a la parte más emblemática del faro.
La experiencia fue maravillosa, me tomó un largo rato decidirme a bajar… el rato que mis pulmones se tranquilizaron de trescientos doce escalones…
…Puedo entender que el jubilado no descienda…
D.
No todos encuentran la felicidad al jubilarse, sabiamente este señor, se sintió completo y vio la luz de la tranquilidad, el descanso merecido, precioso texto.
Besos
me gusta y te doy las gracias tambien por tus comentarios llenos de humanidad me hacen un bien y mejor persona me dan fe en los hombres y el mundo y que sepas que te considero una amiga en la distancia
los faros en alta mar siempre desde niña por cuentos libros por libertad por lo que dan salvar vidas me encantan
Bueno, tú tranquilo, pero si vienes, no te vayas sin saludarme, ¿vale?
Y no me hables de la jubilación, porque cuando me toque a mí no va a haber un maldito duro. Menos mal que mi señor esposo dice que nos moriremos antes, jajaja!
Un abrazo!
Vale, me diste mucha envidia. Lo sabías, ¿verdad?
Por una experiencia así subiría más de 300 escalones y soportaría (como fuera) mi pánico a las alturas!
Un beso!!
Sabias palabras las tuyas... Media humanidad está deseando jubilarse, mientras la otra media teme ese momento...
Un gran saludo y muchas gracias por pasar y dejar tu comentario!!
Hombre, ya te echaba yo de menos por aquí!! Parece mentira, pero en la distancia y a través de un ordenador también se pueden hacer amigos.
Gracias siempre por tus palabras y por pasar a visitarme, amiga!
Hoy no me he podido resistir a conectarme.
Te dejo un abrazo.
Todo tiene un sentido, y todos tenemos una función, y cuando te das cuenta... que feliz hace.
Enhorabuena por tu novela!
Amé este cuento, pude ver esas manos y presentir el latido de ese corazón viejo.
Saludos Mercedes!
¡Siempre un placer volver a verte por aquí, David! Espero que todo te vaya muy bien y que sigas escribiendo... ¡No lo dejes nunca!!!
Un abrazo!
Mertxe, muchas gracias por pasar por aquí y dejar tu amable comentario!!!!
Un saludo y.....¡Vuelve! :-D
Gracias, Sombraenllamas! El corazón del viejo farero aún late por su faro...
Un gran saludo!
Tengo una amiga absoluta y perdidamente enamorada de los faros (no sé si también de los fareros). Y la verdad es que siempre los rodea un halo de misterio, de nostalgia, de magia incluso...muy bonito. El farero de tu relato ha cobrado vida
Es que ya se sabe, no deja de ser un símbolo... fárico, jajajajaj!
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