VAYA, Y YO QUE PENSABA QUE LA JUNGLA DE ASFALTO ERA ASQUEROSA…HOY: “PERDIDO”

Gustav permanecía sentado en su butaca favorita mientras Aurora interpretaba al piano una hermosa melodía. Las notas claras y sentidas se mezclaban con los gritos lejanos de una típica riña entre niños. La escena quedaba perfumada por una apetitosa fragancia dulzona procedente de la cocina…Gustav pensaba que no podía ser más dichoso, pero se equivocaba: de repente, Aurora le regaló la más bella de sus sonrisas. En ese momento, Gustav cerró los ojos y se entregó sin condiciones a una radiante felicidad…
Cuando volvió a abrirlos, se apartó con desagrado del insolente rayo de sol que se había colado en el interior de la cueva y se desperezó, molesto. Más allá de su húmedo refugio ya no revoloteaban las delicadas notas del piano, sino los graznidos matutinos de los pájaros exóticos, y el cálido aroma de un dulce horneado se había convertido en las repulsivas emanaciones de una selva en constante estado de putrefacción…
Gustav se puso en pie, decidido un día más a encontrar la manera de regresar a su mundo sin ser devorado por la fiera más amenazadora de aquella jungla, su propio desaliento.