El señor Ginés no sabía qué hacer. Sin comerlo ni beberlo, estaba metido en un buen lío; menudo dilema el suyo.
Harto de tanta masificación hotelera, de niños maleducados, de actividades lúdico-festivas impuestas y de bufets libres de campo de concentración, el señor Ginés tuvo la desafortunada idea de abandonar el hotel de su pavoroso veraneo una mañana bien tempranito para pasear en soledad y recordar con añoranza el campo de su pueblo, que sin ser santo, era al menos apacible.
En lugar de caminar por el paseo marítimo, prefirió hacerlo sobre un promontorio apartado para ver sin ser visto. Cosas del señor Ginés.
A los pocos minutos de su matutino deambular, dos chicas que hacían jogging a una hora tan temprana le llamaron la atención. El señor Ginés contempló embelesado sus reducidos pantaloncitos descaradamente ajustados en unos cuerpos de gacela, hasta que para su gran desgracia ambas desaparecieron por un recodo del paseo, cerca del gran acantilado. El señor Ginés permaneció en el promontorio recordando la grata visión un rato más, el suficiente para ver que de aquella pareja de lindas mozas sólo regresaba una. El hecho en sí le chocó, pero sólo le dio importancia dos días después, cuando por las noticias se enteró de la desaparición de una muchacha alemana en su misma zona de veraneo cuyo físico, según la foto mostrada en pantalla, coincidía con el de una de las chicas que corrían aquella mañana. La amiga de la desaparecida había declarado haberla visto salir sola al amanecer, y desde entonces no tener noticias de ella.
El señor Ginés sabía que esa muchacha no estaba diciendo la verdad, y ahora el hombre se debatía entre personarse en una comisaría de policía para dar su testimonio, o callar para siempre y volver a su casa al día siguiente como si nada, por aquello de evitar complicaciones, que ya estaba viejo para emociones fuertes.
Mientras mantenía una encarnizada lucha interior, algo le quedaba muy claro: sus hijos no lo volvían a meter en semejante barullo de vacaciones. Nunca más. Ni harto de vino. Con lo bien que estaba él en su pueblo.
18 comentarios:
La diferencia entre la ciudad y el campo, su añoranza le llevo por caminos peligrosos... El señor Ginés lo tiene complicado ahora, pues si las dos chicas hacían jogging juntas, lo suyo es que regresaran juntas, pero si faltaba una, no cabe duda que la que regresó es complice de algo raro...
Sería bueno investigar... pero claro, eso implica arriesgarse... Creo, ercedes, que este es un buen relato. Me ha encantado. Un abrazo.
Uy uy uy... esto huele a chamusquina, y me parece a mí que el Sr. Ginés tendría que priorizar la honestidad a su tranquilidad.... si no se va a arrepentir, sí sí.
P.D Y para el año próximo... mejor que se quede en el pueblo, o que si va a otro lado no se dedique a mirar culos de jovencitas, que luego pasa lo que pasa, jiji
¡Vaya con el señor Ginés! Añoramos la tranquilidad y apacibilidad de los pueblos pero ¡cómo disfrutamos lo que nos ofrecen las grandes urbes! Aunque sean de veraneo.
Un gran relato.
Abrazos.
Si es que a veces, cuando hacemos cosas que no nos apetece hacer o vamos a sitios un poco por obligación es porque algo en nuestro interior ya nos está avisando de que no va a ir bien...Pobre señor Ginés!
:-)
Un abrazo, y gracias!
¿Pero qué te crees que hará el señor Ginés en su pueblo? ¡Pues seguir mirando culos de jovencitas, jajaja! Eso sí, estará en su pueblo, más tranquilico...
¿Te has fijado? El ser humano es un eterno insatisfecho... Estoy segura de que si se hubiera quedado en su pueblo, el señor Ginés habría lamentado no hacer una escapadita a otro sitio...
Un abrazo, Julio!
Me ha gustado la historia. Tiene suspenso.
Pd: Tengo también una en mi blog.
...Por supuesto, pasaré a leerte!!
Una encrucijada: conciencia-moral-justicia-tranquilidad-remordimiento...
Riesgo a cambio de tranquilidad; ¿podría quedarse tranquilo sabiendo lo que sabe?
Sin embargo, ya hizo su elección.
GRAN relato, Mercedes!! para reflexionar. Un beso enorme!!!
Ahhh y gracias por tu visita y tus palabras.
atmòsfera de suspence...; golpe de escena; muy interesante y divertido el relato con thriller moral par Ginès.
siempre muy de calidad tus relatos
un saludo
Blas
Interesante historia de suspense, muy interesante.
Un beso.
...Ay, ya me imagino al pobre señor Ginés con insomnio...!!
Un beso y hasta pronto!
Me ha encantado eso de "thriller moral"!!
Un saludo siempre agradecido!
Un beso, María, y gracias por pasar!
Llego llego legooooo. Uffff, cuántos cuentos tuyos me he perdido.
Bueno, como siempre tan ingeniosa y original.
Y es que las vacaciones traen a veces unos encuentros...
Ale, feliz juevósculo.
Cuídate y gracias.
Desde luego, Albertito, cómo eres... No apareces nunca por aquí, no das señales de vida, no sé nada de ti, a tu alrededor se cierne el misterio más hermético....¿Será que ciertas pañabrejas no te dejan ver ese bosque hecho conferencia?
Je, je, je... Besósculos alegrósculos! Mua!
Muchas gracias por tu comentario!!
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