Irene bajó del abarrotado tren después de un angustioso viaje en el que no había hecho otra cosa que luchar contra sus dudas.
Necesitaba saber… Quería respuestas…
Estaba muerta de miedo.
Sus fuerzas flaqueaban tras haber tomado una decisión que le iba a cambiar la vida...
Se dejó llevar pasivamente por las escaleras mecánicas y salió a la calle. Un rayo de sol la cegó… El estruendo de una moto a toda velocidad la aturdió... Algunas personas apresuradas la empujaron… ¡Cómo le habría gustado ser invisible para los desconocidos que la rodeaban y no existir para nadie…!
Con gran esfuerzo, dio un lento y atolondrado paso hacia el nuevo rumbo.
De repente, una mujer se detuvo frente a ella. Su fascinante mirada, del color de la experiencia humana, le habló sin palabras:
-No es por casualidad que tú y yo nos hayamos encontrado –le dijeron aquellas pupilas, en silencio-. No temas por haber decidido cambiar de piel. También lo hacen las serpientes, y sobreviven. Despojarte de la antigua será doloroso y lento, pero valdrá la pena. Saldrás adelante si sigues con determinación el camino que acabas de emprender…
Antes de diluirse en la muchedumbre indiferente, la mujer levantó la mano a Irene en señal de amistoso saludo, mientras sus ojos añadían:
-…No me olvides.
Irene acababa de recibir la señal del destino que necesitaba. Por primera vez en mucho tiempo, respiró aliviada y tuvo fuerzas para sonreír a un incierto futuro.
Y una gran paz la invadió.
(Banda sonora: Jaume Aragall, “Ch'ella mi creda”)
1 comentario:
Un buen contenido, Confío en que este es un blog bien desean ver material de contenido la próxima vez que refrescante. Gracias por compartir esta publicación con nosotros. Sigue así.
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