EMPECEMOS LA SEMANA CON UNA HISTORIA UN POCO MÁS LARGA… HOY: “MISAKO”

7 de la mañana. Me levanto en silencio para no despertar a mi mujer, plácidamente acurrucada en su inicio de vacaciones. Me aseo, tomo un café, y pongo los pies en el nuevo día.
Al llegar a la oficina, Monchi, la empalagosa recepcionista, ya se ha leído toda la prensa gratuita; como siempre, comenta la noticia más destacada, sin preguntar a los demás si les apetece escucharla.
-¡Buenos, días, buenos días, buenos días! –saluda, con su peculiar timbre de voz - ¿A que no sabías que hoy hace años de las bombas atómicas?
De repente, al oír “años” y “bombas atómicas”, siento una letal explosión interior, una radiactiva sacudida en mi esqueleto, un disparo nuclear entre ceja y ceja, una patada devastadora en la parte más baja y delicada del abdomen masculino: ¡Es 6 de agosto, mi aniversario de boda, y no le he comprado nada a mi mujer!
Se lo comento angustiado a Monchi, porque necesito desahogarme con alguien; ella parece encantada ante el poder que le otorga esta confidencia.
-¡Pues regálale un bolso japonés! –me sugiere, con expresión entre triunfal y enigmática.
-¿Un qué? –pregunto, un poco mareado. El café del desayuno no me ha sentado bien.
Su timbre de voz, cada vez más parecido a un timbre que a una voz, aguijonea mis oídos con explicaciones.
-Sí, hombre, es un invento muy guay: coges un cuadrado amplio de una tela un poco recia, con un estampado chulo; le haces cuatro dobleces por el sitio adecuado, le das la vuelta… ¡y ya tienes un bolso!
Pienso por un momento que sería imposible encontrar a una recepcionista más idiota.
-Monchi, no me tomes el pelo, anda.
Ahora su cara, paleta de pintor, refleja una ofendida superioridad.
-Que no, que va en serio… No será un Louis Vuitton, pero queda muy original. Y tirado de precio. Además, homenajearás en cierta forma a Hiroshima y Nagasaki…
Según su conclusión, doy gracias de que mi aniversario no coincida con la celebración del Día Internacional de la lepra… ¿Qué regalo me propondría?
La cuestión es que Monchi, ya totalmente implicada -¿o entrometida?- en el asunto, se ofrece a acompañarme para sugerir tamaño y color de la tela. Como la desesperación es un sentimiento difícil de gobernar, acepto.
A la hora de comer nos acercamos a un almacén de tejidos. Ella elige una pieza floreada. Dice que es ideal. Antes de envolverla para regalo, me enseña el truco para hacer de la tela un bolso de bien. Monchi, aprendiza de David Copperfield, la transforma en cuestión de segundos. Yo tomo nota mentalmente, pruebo y, al noveno intento, lo consigo. Al final, me veo obligado a darle las gracias. La verdad, no sé qué habría hecho sin su ayuda.
Cuando llego a casa, y sin ni siquiera saludar a mi mujer, le entrego el paquetito con orgullo.
-¡Oh, te has acordado! –me dice, mimosa-¡Eres un cielo!
-Venga, ábrelo… ¿No tienes curiosidad?
Su cara destila desconcierto al ver el regalo. Perfecto, justo lo que quería.
-Oh, parece… un… un enorme trapo de cocina -acierta a decir.
Aprovecho para cogerle el bolso en potencia; mi momento de gloria ha llegado.
-Eso es lo que tú te crees… Esta bonita tela se va a convertir en un práctico y original bolso japonés! Déjame a mí, déjame, y verás lo que hago… ¡Te vas a quedar boquiabierta!
Sigo –o creo que sigo- todas, absolutamente todas las indicaciones de la estúpida Monchi: que si cojo las esquinas por aquí, que si ahora doblo por allá… Y cuando ya creo haber acabado, hago entrega de la metamorfosis a mi mujer, con la esperanza de que ella sepa cómo llevarlo.
-¿Es una broma, querido? –pregunta, con cierto sarcasmo- ¿Pero no ves que esto no tiene pinta de bolso ni por casualidad? ¿Es que no ves que esto es… un barco gigante?


8 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajajajajajaj!!!! qué original y qué bueno! me ha gustado mucho, es muy divertido :)
P.D Esto de la papiroflexia...

Lidia dijo...

ja ja!! :D Me ha gustado mucho ;)
Y, además, nada más lejos de la realidad. A una compañera de trabajo le regalaron lo que parecía una tira larguísima larguísima de cremallera, y cuando acabó de cerrarla entera, se había convertido en un bolso!! Y es chulísimo!

Anónimo dijo...

El primer título que se me ocurrió fue "Telaflexia" o "Trapoflexia", pero luego lo de "Misako" me hizo más gracia...

PD.- Intenté hacer una pajarita de papel, según instrucciones de Internet, para ponerla de ilustración. En vista del éxito (estuve por lo menos media hora y no hubo manera), acabé haciendo un barquito, uf.

Anónimo dijo...

Anda, sí, yo ya había visto lo de la cremallera-bolso!!

Pues esta historia está basada "en hechos reales": fue mi hermana la que cogió un trapo cuadrado, le dio vueltas por aquí y por allá, y lo convirtió en bolso. Que en Japón lo hacen, tan apañaíkos son (ostras, podría ser un nombre japonés, Apaña Iko, juajuajua!)

Anónimo dijo...

Merce, querida. ¡Cómo se nota que no eres funcionaria! El arte de la papiroflexia -por lo menos, el de las pajaritas y los barcos- lo dominamos a la perfección.

Está muy bien el cuento. El remate es ideal: la amante esposa llamando a su marío poco menos que gilip...

Anónimo dijo...

Si yo llego a saberlo, nen, me voy directa para allá a hacer un curso intensivo de papiroflexia, juajuajua!!!

(Es que no sabes qué lío me armé con la dichosa pajarita...!)

HISTORIAS DE ESTA VIDA X JMEC............... dijo...

CON EL BOLSO NADIE TRABAJO ESE DIA ,ESO VA BIEN PARA LA CRISIS,TODO A CIEN Y MAS,SIES TU ANIVERSARIO FELICIDADES........

Anónimo dijo...

Acepto encantada las felicidades, pero en realidad no es mi aniversario... Eso sí, el 6 de agosto es el aniversario de boda de mi hermana, y lo he "tomado prestado" para esta historia, jee, jee...

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