Sentado en la única colina viva de la ciudad, observaba la larguísima hilera de coches desesperados que pretendían huir hacia un destino tan funesto como el maldito presente.
En cambio, él no tenía intención alguna de burlar a la fatalidad. Al contrario, había salido a recibirla sobre aquel resto de naturaleza urbana con delirios de parque, en compañía de la cortesía que le caracterizaba.
Mientras, a la espera del momento más amargo, escuchaba por última vez trinos condenados y se despedía con aflicción de un sol crepuscular al rojo vivo que, según todos los pronósticos, ya no volvería a salir a la mañana siguiente.
23 comentarios:
La imagen es demasiado bella como para ser el momento más amargo. Durará poco ese crepuscular atardecer, pero se queda grabado en la retina.
Un abrazo.
Feliz semana.
Tu manera de expresar me encanta.
...o sea que te has inspirado en nuestros caoticos tiempos, eh?
Breve y sustancioso, voto "yes" por el relato.
Abrazo alegre para ti :)
maravilloso atardecer diría, aún podemos disfrutar de esas imágenes, a pesar de lo que pasa más abajo . Me gusta.
Nada menos que sentándose a ver el ocaso… lo imitaría al preclaro caballero.
Un beso,
D.
Si se ven los acontecimientos desde el punto de vista de la eternidad, donde pasado y futuro son lo mismo (el presente tan sólo es su imaginaria división), un crepúsculo puede contemplarse hasta el fin de los tiempos, aunque para lo eterno "el fin de los tiempos" no tenga sentido.
Saluditos, Mercedita.
Vaya, el principio del fin, pues no me gustaria estar a mí ahí con este hombre... aunque si lo estuviera, le diría ¿qué, un brindis al hermoso atardecer? (con cava, por supuesto, haciendo patria), y desdramatizando lo inevitable -o teatralizando, según se mire-.
Por cierto Mercedes, ahora de otra cosa: ya le dije a Alberto en un comentario que había estado trasteando por el blog en busca del dichoso verificador de palabras para quitarlo, y no sé ni donde está ni como se quita... una ayudita, por fa...
Mil besitos gordotes
El día temido. Porque mientras salga el sol al día siguiente, todos tenemos al menos eso, pero el día en que no... No quiero ni pensarlo. Mi querido sol, no, que siga saliendo.
David, siempre es un placer tenerte por aquí con tus comentarios! Dime que te va todo bien y me quedaré la mar de feliz.
Un abrazo!
Esto de vivir en una ciudad ruidosa y maleducada inspira de manera un tanto tremendista, je, jee...
Vengan esos abrazos alegres!!!
¡Carpe diem, carpe diem! (aunque sea al atardecer...)
Creo que le ha dejado un lugar para sentarse, así que no lo desaproveche!
Un beso!!!
Tu visión científico-literaria es casi tan atractiva como ese crepúsculo eterno... o no eterno.
Un saludo... con salida de sol!
:-)
Eso, eso, como los músicos del "Titanic"!
Te he dejado un comentario con unas instrucciones que espero te sean de utilidad, porque pobre de mí, no tengo ni idea de estas cosas! Ojalá te funcione...
Mil gracias y más besos!!!!
¿Tú te crees? Toda la vida buscando un lugar en el sol, y ahora resulta que no piensa volver a salir...
Jo.
apocaliptico como en 2012;
la belleza nos la llevamos en la mente;
un saludo
Blas
El fin del sol, el fin de la vida. Un cuento corto, pero deja mucho en que pensar...
mariarosa
Ayyy, sólo espero que no tenga nada que ver con el 2012...!!!!
Un gran saludo!!
Paradójicamente se me ocurrió durante un bonito amanecer primaveral...La mente es extraña, ¿verdad?
Un abrazo!
ostras, no sé por qué con este relato me has recordado al "Mecanoscrit del segon origen" que leí hace mil años...
¿Pues sabes que yo me libré de leerlo en su época? En su lugar nos hicieron leer "Aloma", de Mercè Rodoreda...
A mí de la Rodoreda me tocó leer "La plaça del Diamant" :)
¿Sabes que mi cuñada me regaló un interesantísimo libro con la correspondencia entre la Rodoreda y su editor, llamado -agárrate- Joan Sales?? XD
De hecho, esta realización es una verdadera maravilla, gracias por este artículo de todos modos.
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