ALLÁ VA UNA HISTORIA SOBRE VIAJES INICIÁTICOS… HOY: “EL PAÍS DE LOS NIÑOS ZAMBURDIOS”

Subido en una sencilla barca, Peter Pan se dejaba llevar perezosamente por el agua del riachuelo entre intermitentes rayos de sol y juncos altísimos que reverenciaban su paso con graciosa flexibilidad. El bienestar afloraba desvergonzado a sus labios: sin preocupaciones, sin obligaciones, sin compromisos, sin cargas…Eso era vida.

Poco a poco, el mimoso rumor de la naturaleza lo fue meciendo hasta sumirlo en un estado de agradable adormecimiento. Fue entonces, en ese instante único de oscilación entre el sueño y la realidad, cuando Peter Pan oyó una clara voz femenina procedente sin duda de un mágico mundo de cristal, que le susurró al oído:

-Escucha, muchacho, las palabras que traigo para ti: ha llegado la hora de abandonar durante un tiempo tu País de los Niños Perdidos para realizar el viaje más importante de tu vida, aquél que te permitirá seguir siendo un definitivo bueno para nada. Con este fin, deberás visitar el País de los Niños Zamburdios y aprender de ellos.

Pero antes, debo prevenirte: no te dejes engañar por su apariencia adulta. Bajo la piel de serios padres y madres de familia y eficaces profesionales se esconden en la mayoría de los casos seres extremadamente pueriles e inmaduros, incapaces de asumir responsabilidades. Así son los Niños Zamburdios, individuos que crecen por fuera, pero jamás por dentro.

Lo sé, muchacho…“¿Y dónde se encuentra el País de los Niños Zamburdios?”, me preguntarás, desconcertado. Ese será precisamente el inicio del viaje: tú mismo deberás descubrir su situación con la ayuda de mis pistas y de tu intuición. Sólo me queda despedirme de ti y desear que logres tu objetivo: regresar convertido en un completo inútil.

Cuando aquella voz inmaterial se esfumó, Peter Pan creyó salir de una especie de trance y despertar de nuevo al mundo de los vivos. Maravillado e intrigado ante el sorprendente mensaje que acababa de recibir, decidió cumplir la misión encomendada. Y para ello, se puso en marcha inmediatamente porque no tenía ninguna duda sobre su destino: el planeta Tierra.